Los perros y la nieve
Ya llego el frio y con él los
primeros copos de nieve. No hay mejor plan para el fin de semana que subir a la
sierra a disfrutar del campo nevado con los niños y nuestros perros. Nos
abrigamos bien, cogemos los trineos y
nos ponemos en marcha. Pero ¿hemos preparado a nuestro perro para una tarde en
la nieve?
Lo primero que tendremos que
tener en cuenta antes de salir con ellos, es si sus condiciones físicas son las
apropiadas. Si nuestro perro carece de pelo o es friolero será conveniente
ponerle un abrigo o un chubasquero. En
el caso de que sea un cachorro de pocos meses o un perro de edad avanzada; o si
tiene problemas articulares quizás no sea lo más conveniente llevarlo con
nosotros. Pues podemos agravar o generar dolencias físicas. En estos casos
quizás sea mejor comentarlo previamente con nuestro veterinario.
Está claro que no todos los
perros son iguales y no con todos
deberemos tener el mismo tipo de precauciones. No es lo mismo ser el
propietario de un chihuahua (que por aclimatación y características propias
tienden a ser frioleros) que de un Alaska malamute (los cuales disfrutaran
enormente de las bajas temperaturas). Así podremos proveerles de los complementos
más adecuados.
En días soleados lo ideal sería dotarles
de gafas solares, porque al igual que con los ojos de las personas la radiación
solar reflejada en la nieve puede causar daños en la retina.
Otra buena opción es utilizar
botas o endurecedores de almohadillas que les ayudaran a que no se les formen
grietas en las mismas. Además con las botas conseguiremos de forma rápida evitar
que se chupen la nieve que les queda impregnada en las patas.
Y en el caso de que nuestra mascota
sea de esas que les gusta campar a sus anchas fuera de nuestro campo visual no estaría
mal utilizar un collar con luz localizadora, además de una placa identificativa
con su nombre y número de teléfono de contacto. Puesto que aunque su olfato
privilegiado les permite encontrar el rastro con facilidad. Las condiciones
cambiantes de la nieve y las bajas temperaturas pueden dificultarle la tarea en
gran medida. Provocando su pérdida.
Además es importante saber con antelación que tipo de actividades vamos
a llevar a cabo. Puesto que si se trata de un día de diversión familiar nuestra
mascota estará encantada de disfrutar con nosotros. Pero si hablamos de una jornada deportiva, nuestro compañero deberá
contar con las condiciones físicas adecuadas previamente. No podemos pedirles
que después de pasar todo el año tirados en el sofá lleven a cabo una larga travesía a través de la
nieve. Realizar un entrenamiento previo será más adecuado y saludable. Permitiéndole
adquirir un mejor tono muscular. Así mismo Es importante saber cuándo tenemos
que parar y tener la precaución de no llevar a nuestro compañero hasta el punto
del agotamiento y la extenuación, porque
llegar a este punto puede acarrear
graves consecuencias, en ocasiones irreversibles
En ambos casos, el desgaste
energético de nuestra mascota siempre será superior al mismo ejerció realizado
fuera de un entorno nevado. Y es por ello que procuraremos implementar la
cantidad de comida o valor energético de la misma. Si vamos a pasar un largo
periodo de tiempo en la nieve llevar un piscolabis para nuestro compañero será
algo que nos agradezca enormemente. Del mismo
modo no debemos olvidarnos de llevar agua para ofrecerles y que así se
mantengan correctamente hidratados. Puesto que ellos al jadear a causa de la transpiración pierden mucha
humedad. Y en la montaña según aumenta la altitud disminuye la humedad ambiental.
Lo que les lleva a la deshidratación.
Un pero en la nieve es igual que
un niño pequeño, les encanta jugar cogerla con la boca y tirarla hacia arriba. Que
les hagamos bolas de nieve y se las lancemos para que ellos puedan cazarlas. Pero
¿que contiene este blanco elemento? En principio todo el mundo sabe que la
nieve no es más que agua en estado sólido. Por lo tanto no debería suponer ningún
problema que nuestro compañero se la metiese en la boca o se la llegase a
comer. Pero la realidad suele ser otra muy distinta.
En las grandes ciudades donde
llueve con poca frecuencia y nieva menos aún, los copos al caer arrastran con
ellos toda la contaminación ambiental, así que no parece lo más conveniente
dejar que se traguen toda esa guarreria. Por si esto fuera poco y para prevenir
males mayores echamos sal y anticongelante para mantener las aceras limpias y
evitar resbalones. Pero el anticongelante aporta a la nieve etilen glicol una
sustancia que en el organismo provoca graves fallos renales; además
encontraremos metanol y propinelglicol todas ellas sustancias altamente toxicas
para el cuerpo. Esto no quiere decir que si nuestra mascota se chupa las patas después
de jugar un rato en la nieve, se vaya a morir intoxicado. Pero es cierto que
todos los años perdemos a compañeros por no tener en cuenta este riesgo con la
nieve. Los síntomas más frecuentes en estos casos son los vómitos,
convulsiones, taquicardias, fallos respiratorios o ceguera. Y lamentablemente
todo lo que podemos hacer es correr hacia el veterinario más cercano.
Otro problema que se presenta al
comer nieve, es el choque de temperaturas. La nieve está muy fría y entra en un
cuerpo caliente, puede ocurrir que tras la ingesta de nieve notemos que a
nuestra mascota sufre dolores de barriga o enfermedades como las traqueítis. Por
lo que el consumo de nieve es desaconsejable. Y si es inevitable procuraremos
que la nieve que consuma sea de zonas vírgenes alejada de las ciudades y que no
sea de las primeras nevadas.
Una vez terminada la jornada ya
en casa a todos nos apetece secarnos y entrar en calor. Pues bien una vez más
ellos no son la excepción. A ellos también les proporciona un gran placer una
buena comida que les haga entrar en calor. Tendremos que secarlos bien con tolla
o con secador si es necesario para eliminar toda la humedad, que se pueda
quedar entre el pelaje. Porque en contra, de lo que pensamos habitualmente lo
que les hace enfermar es la humedad y no el frio.
En el caso de que nuestro
alojamiento no sea nuestra vivienda habitual procuraremos buscarle un lugar cálido
y cómodo no demasiado cerca de las fuentes de calor como estufas chimeneas dado
que estos nuevos elementos no los tienen controlados y puede ser que lleguen a
quemarse sin darse cuenta de la proximidad a la que están.
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